Lic. Gabriela Martin
La importancia de comprender, registrar y regular adecuadamente las reacciones emocionales y responder eficazmente a las reacciones emocionales de los demás es, sin lugar a duda, el objetivo de la educación emocional.
Las emociones desagradables o displacenteras (tales como miedo, ira, tristeza, asco, ansiedad) nos llegan inevitablemente, sin buscarlas. Sin embargo, las emociones agradables o placenteras (alegría, amor, paz interior) requieren de aprendizaje para poder disfrutarlos.
En este proceso la experiencia debe ser el elemento esencial. En palabras de Bisquerra el cómo es la pregunta clave: cómo estar bien, cómo contribuir a que los demás se sientan bien y cómo crear bienestar personal y social.
Nuestro desafío es brindar capacitación docente sobre cómo manejar los desafíos sociales y emocionales que la vida y el aula misma les presenta. Que los docentes puedan comprender, reconocer y regular sus propias reacciones emocionales y a responder más eficazmente a las reacciones emocionales de los demás (alumnos, docentes, padres).
Mindfulness (o atención plena) puede ayudar a desarrollar las competencias que los docentes necesitan. A medida que apliquen una consciencia plena a sus experiencias emocionales, obtienen una mayor conciencia de sí mismos. Mediante esta práctica, desarrollan la habilidad de reconocer sus emociones y entender el papel que juegan en la tarea docente. La atención plena los ayuda también a desarrollar la autorregulación, aprenden a entender y anticipar sus patrones emocionales de reactividad.
No cabe duda de que el entrenamiento emocional y mindfulness debe ser incorporado a la propia vida del educador antes de que pueda llevarlo a cabo en el aula. De esta manera el docente podrá acompañar el desarrollo emocional y social de los alumnos y descubrir en qué consiste la verdadera felicidad para poder acompañar a los alumnos en su proceso de búsqueda.
Después de todo ¿Quién no quiere ser feliz?
Dr. Carlos Vigo
La Inteligencia Emocional en el aula es clave para cultivar un ambiente positivo y propicio para el aprendizaje.
Al conocer, comprender y gestionar nuestras emociones, los educadores fomentan un espacio donde los estudiantes se sienten seguros para expresarse.
Este enfoque contribuye al desarrollo social y emocional, mejorando las relaciones entre pares.
Además, la Inteligencia Emocional potencia la empatía, fundamental para comprender las necesidades individuales de los alumnos.
Por lo tanto, un aula emocionalmente inteligente con docentes preparados no solo fortalece el bienestar socio emocional de toda la comunidad educativa, sino que también mejora el rendimiento académico al crear un entorno que nutre el aprendizaje y el crecimiento personal.
Las TIC han revolucionado el aula al ofrecer herramientas innovadoras que transforman la enseñanza y el aprendizaje.
Su impacto positivo se evidencia en varios aspectos clave.
Primero, las TIC amplían el acceso a la información y recursos educativos, permitiendo a los estudiantes explorar conceptos de manera más profunda, autónoma y en distintos formatos.
Además, fomentan la colaboración y el trabajo en equipo a través de plataformas virtuales y herramientas de comunicación en línea, preparando a los estudiantes para el mundo laboral actual.
Las TIC también personalizan el aprendizaje, adaptándose a las necesidades individuales de cada estudiante y facilitando la inclusión.
Además, promueven la creatividad y la innovación al brindar oportunidades para crear contenido multimedia y participar en proyectos interactivos.
En resumen, las TIC en el aula no solo enriquecen la experiencia educativa, sino que también desarrollan habilidades esenciales para el siglo XXI, preparando a los estudiantes para un futuro digitalmente competente.
Las pedagogías activas representan un cambio fundamental en el paradigma educativo al enfocarse en el aprendizaje a través de la experiencia y la participación activa de los estudiantes. Estas metodologías no solo enriquecen el proceso de enseñanza, sino que también preparan a los niños y las niñas para una sociedad diversa y globalizada.
Algunas de las características clave de las pedagogías activas son:
1. El niñ@ como protagonista: En lugar de ser meros receptores de información, los estudiantes se convierten en actores principales de su propio aprendizaje. La experiencia personal y la curiosidad son fuentes fundamentales de conocimiento.
2. Preguntas sobre respuestas: En lugar de transmitir contenidos acabados, los docentes guían a los alumnos a formular buenas preguntas y a buscar respuestas. El énfasis está en el pensamiento crítico y la exploración.
3. Aprendizaje significativo: Las pedagogías activas se relacionan con la vida cotidiana, los conocimientos previos y los intereses de los alumnos.
4. Motivación y desafío: Los alumnos se divierten, se enfrentan a problemas reales y descubren el sentido de lo que aprenden.
Es importante reconocer que existe una gran diversidad de pedagogías activas, y no todas aplican en todas las situaciones. Cada contexto educativo es único, y debemos considerar la realidad de nuestro entorno al seleccionar las metodologías adecuadas. Por lo tanto, ampliar nuestra mirada y tomar los aportes de cada enfoque nos permitirá acompañar a niños y niñas desde un lugar consciente, promoviendo así una educación centrada en la esencia y singularidad de cada un@.
¿Es posible y efectivo planificar una clase o una reunión teniendo en cuenta los Elementos Compatibles con el Cerebro?
¿Qué herramientas aportan las neurociencias para que podamos activar cerebros y ayudar a que aprendan de una manera más natural y memorable?
Después de más de 40 años trabajando en las escuelas, puedo asegurar que las neurociencias nos proporcionan la teoría y la investigación científica contundente para invitarnos, a nosotros, docentes y profesores, a diseñar estrategias de enseñanza y una secuencia didáctica diaria que vayan de la mano con la forma en que el cerebro aprende naturalmente.
Planificar nuestras clases es de vital importancia. Nos ayuda a:
• optimizar la distribución del tiempo y la tarea,
• establecer prioridades, delinear metas realistas, secuenciar los pasos necesarios en cada clase apuntando a alcanzar una meta mayor que es la planificación anual,
• organizar el pensamiento,
• reducir la incertidumbre,
• unificar e institucionalizar, en todos los niveles, las prácticas exitosas bajo la mirada científica de la neuroeducación.
Planificar nuestras clases desde la mirada de las neurociencias significa repensar esa secuencia didáctica teniendo en cuenta la incorporación del movimiento como acelerador del proceso de aprendizaje, la música que enriquece el ambiente, la colaboración diaria, ya que somos cerebros sociales, los recreos cerebrales para recuperar la atención externa selectiva y sostenida, el repaso y la metacognición.
Y principalmente, una planificación amigable con el cerebro tiene en cuenta el Principio BEM que la ciencia nos acerca: el cerebro recuerda mejor los principios y finales de cada clase o reunión y tiene dificultad para recordar lo que sucede en el medio. Eso significa que es necesario planificar “muchos principios” para consolidar memorias e incorporar recreos cerebrales para lograr recuperar la atención y la motivación después de un periodo de atención externa.
Una planificación cerebro compatible contempla la conexión personal con cada alumno, incluye herramientas de regulación emocional para nivelar estados que promuevan aprendizajes y estimula la auto gestión y la retroalimentación que apuntan a una mejora continua.